El cardenal recuerda que los españoles compartimos «una historia y un proyecto común hecho por caminos diversos» y señala que «la misma unidad de esta más que milenaria Nación», es `un bien moral´», al mismo tiempo que advierte que también es un bien «salvaguardar el respeto debido a las diferencias e identidad de las entidades que integran dicha unidad: un respeto, al que se tiene derecho, que ha de permitir su propio desarrollo en solidaridad con las otras legítimas diferencias».
El cardenal asegura que España la forman personas y pueblos que son «parte de un organismo vivo, de un cuerpo gestado, crecido y desarrollado en un complejo proceso histórico; ahí `el todo´ no puede anular a las diferentes partes o impedir el desarrollo propio de cada una de ellas; ni cada una de las partes puede impedir el desarrollo `del todo´ separándose o aislándose de él. La unidad del organismo vivo permite ser y desarrollarse al conjunto y a sus miembros».
Ante las amenazas secesionistas unilaterales, el prelado español explica que ante el bien común «corresponde a todos cuantos son afectados por una decisión que les atañe y que tiene sus repercusiones en el conjunto que forman».
«Vivimos un momento en que la solidaridad ha de ser potenciada al máximo», sentencia el cardenal. Y añade que «es la hora del esfuerzo común, solidario: esto trae bien a todos y no dificulta ningún camino propio».
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